sábado, 20 de agosto de 2011

¿Groupies? No, ya no.

Después de unos tres años de compra ininterrumpida de la Rolling Stone, el mes pasado rompí mi tradición mensual al ver que Lady Gaga estaba en la portada. Ya no sabía que esperarme de la revista, pero en su línea de cambios bruscos, el mes de agosto sacó un número dedicado a “Las biografías más salvajes del rock”. Un especial dividido en tres sobre ‘Sexo, drogas y rock and roll’, con historias de Elvis, los Stones, Led Zeppelin, Kurt Kobain o Mötley Crüe, a cada cual más bestia. Groupies, excesos y canciones. Y eso me ha hecho pensar que ahora ese santo grial del rock no existe. Me explico: no existe tal y como era en los 60, 70 e incluso 80. Lógicamente hay rock and roll (y muy bueno, ojo), hay drogas y hay chicas que se acuestan con músicos. Pero lo que no hay es ese toque de ‘magia’ que rodeaba a los grupos y que los hacía inalcanzables a los ojos de las fans. Hoy en día todo eso ha muerto. Internet ha matado a las estrellas. Facebook y Twitter se han encargado de romper esa barrera y ahora puedes comunicarte con cualquier artista.

Pero no es de eso de esa barrera de lo que quiero hablar. Ni de eso, ni de las drogas que se consumían en los 70, ni de la manera en que nacían sus temas. Puede que ahora los grupos no se vayan a una casa enorme en Francia a grabar su propio ‘Exile on Main Street’, pero no creo que haya cambiado mucho la esencia a la hora de componer las canciones. De lo que quiero hablar, que sí que creo que es lo que más ha cambiado desde hace 50 años de rock hasta ahora es el tema ‘groupies’. Vamos a dejarlo claro desde el principio: las groupies (grupis, así en modo spanglish), hoy en día, no existen.

Anita Pallenberg

Una groupie no es (era) una chica que simplemente se lía con un músico. No. Ante todo estaba la música. Ellas amaban la música tanto como ellos. Hubo “rolletes” de una noche, claro que sí, pero muchas protagonizaron las grandes historias de amor del rock and roll. El término ‘groupie’ se usa en la mayoría de los casos con un tono despectivo, tanto para denominar a las chicas que se hacen media gira de su grupo favorito, a las que se vuelven locas con el cantante guaperas de turno o a las que buscan desesperadamente un encuentro sexual con cualquiera que forme parte del grupo, ya sea el cantante, el bajista o el técnico de sonido. Ninguna de ellas son groupies. Las primeras son fans, las segundas adolescentes sobrehormonadas y las terceras simples zorritas, o por decirlo de una manera fina, señoritas ligeras de cascos.

Marianne Faithfull

Irónicamente, las que son consideradas las grandes groupies de los 60 y 70 son las que, a mi juicio, menos se merecen ese apelativo. Anita Pallenberg tenía su carrera de actriz y modelo cuando empezó una relación con Brian Jones, de los Stones. A Pattie Boyd le dieron un pequeño papel en la película ‘A hard day’s night’ cuando George Harrison se quedó prendado de ella. A Marianne Faithfull, su relación con Mick Jagger no le ha impedido tener una sólida carrera como cantante. De Bebe Bluell (quien estuvo con numerosos músicos, entre ellos Steven Tyler, Elvis Costello, Mick Jagger o Rod Stewart) se dice que pocos se atreven a llamarla ‘groupie’, porque todos la amaban. Todas coincidían con ellos en esa manera especial de entender la música. Ninguna buscaba fama y todas tuvieron largas relaciones, algunas con hijos de por medio. Simplemente se enamoraron.

Pattie Boyd

Han sido musas, han inspirado algunas de las mejores canciones que escribieron sus parejas. ‘Something’ de George Harrison y ‘Layla’ de Eric Clapton existen gracias a Pattie Boyd, y son consideradas como dos de las mejores canciones de amor de la historia. ‘Brown sugar’ la escribió Mick Jagger mientras mantenía una relación con Marsha Hunt, una actriz afroamericana con la que tuvo una niña, Karis. Se dice que ‘Angie’ está dedicada a Angie Bowie, la que fue pareja de David Bowie en la década de los setenta, pero en la biografía (desautorizada) de Keith Richards se hablaba de que iba dirigida a Anita, con que mantuvo una larga relación después de que ella lo dejase con Brian Jones.

Pero estas historias también tuvieron su parte salvaje. Todas estuvieron marcadas por los excesos. Jim Morrison arrastró a su novia Pamela Courson a las drogas de una manera que ni después de la muerte de Jim pudo salir. Anita Pallenberg acabó incluso más enganchada a la heroína que Keith Richards. Pattie cuenta en su autobiografía que consumía drogas y alcohol porque tanto Harrison como Clapton también consumían, y los efectos que tenían sobre ellos (junto con las numerosas infidelidades por parte de ambos) acabaron con sus relaciones.

Pamela Courson
Aunque los haya que no lo quieran reconocer, Anita, Pattie, Marianne, Marsha, Pamela, Bebe y otras muchas como Lori Maddox, Pamela Des Barres o Sable Starr forman parte de la historia de la música, han sido muy importantes en la vida de los músicos más admirados del mundo y han inspirado grandes canciones, y todo ello dentro de la locura que reinaba en los 60 y 70. Y eso si que no se va a volver a repetir nunca.